EL SEDENTARISMO, como estilo de vida de casi la mitad de nuestros
niños y adolescentes, es un síndrome compuesto por el fenómeno de la escolarización
obligatoria y por otros síntomas como la baja capacidad de esfuerzo, el fracaso
escolar, el sobrepeso u obesidad y/o la baja condición física. Nuestro sistema
escolar es dualista, limita el impulso y la expresión de la actividad corporal,
es una institución cartesiana que no resuelve los síntomas, y, de momento, no
hace mucho por ser parte de la solución. El sedentarismo en edades de escolarización
dualista obligatoria se identifica como síndrome del error de Descartes, en los
centros escolares concurren, en tiempo, espacio y forma, con variadas causas o
etiología, algunos síntomas que ya están catalogadas como epidemias, la del fracaso
escolar, y la del sobrepeso y obesidad.
Existe un síndrome y, sin
embargo, para afrontarlo se organizan acciones parciales y lineales. Los
responsables de Educación y Sanidad aún no han asumido que la acción de los
impulsos biológicos (estados corporales y emociones) son un fundamento
indispensable para la racionalidad (El error de Descartes, Antonio Damasio)
como ha demostrado la neurociencia. Nuestros dirigentes continúan instalados en
un pasado dualista y plantean un futuro de que consolidan lo antiguo del
monocultivo cognitivo cartesiano, pretenden educar tan solo informando, tarea
contestable, pero sobre todo inocua frente a las epidemias que dicen querer
resolver. Este síndrome queda conformado por sus consecuencias en el estilo de
vida sedentario y por sus causas, entre las que se encuentra la no intervención
sinérgica sobre lo corporal, lo cerebral y lo mental. Las políticas públicas
aspiran a seguir sugiriendo, induciendo o, en el mejor de los casos,
convenciendo, a través de la instrucción, llenando la institución escolar de
contenidos, asignaturas, reválidas o bifurcaciones administrativas y
estadísticas. Yaha llegado la imaginación legislativa y estadística al poder, ahora
nos queda desear que los administradores manifiesten una imaginación y voluntad
poderosa, más eficaz a partir de la naturaleza humana, a la que es inmanente o
inherente lo corporal, lo cerebral y lo mental, aunque racionalmente (otro
peaje dualista) puedan distinguirse de ella y entre ellas, sean al estudiarlas,
definirlas, o jerarquizarlas.
En el frontispicio de la Ley
Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) está grabado el cogito ergo
sum (pienso, luego existo) de Descartes. Si la Lomce persiste en el mismo error
que nuestro respetado sabio, la Lomce, que aspira a mejorar significativamente
el rendimiento escolar, se instala en el mismo error que Descartes, es una ley
de Educación dualista, que tiene pocas posibilidades de incidir educativamente
en los hábitos de los escolares y no tendrá posibilidad real de mejorar ni la
cultura del esfuerzo, ni el rendimiento escolar, ni la salud y el bienestar de
los niños y adolescentes. Tampoco esta ley garantiza lo que manda la Constitución
Española en su artículo 43: «Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria,
la educación física y el deporte. ...». Y, aunque por presión del Ministerio de
Sanidad al Ministerio de Educación, Cultura y ¿Deporte?, la Lomce recoge en una
disposición que las «Administraciones promoverán la práctica diaria de deporte
y ejercicio físico por parte de los alumnos durante la jornada escolar», la ley
no determina ni horarios, ni contenidos, ni responsables, ni indicadores
objetivos de evaluación y seguimiento.
Al Ministerio de Sanidad le
interesa garantizar un incremento del nivel de capacidad física en escolares
con sobrepeso u obesidad (45%), ya que científicamente está demostrado quetendrá
efectos beneficiosos presentes y futuros en diferentes indicadores del estado
de salud, incluida la cantidad de grasa corporal. El sobrepeso y la obesidad de
los escolares es un problema de salud pública, pero quien piense que es solo un
problema sanitario, estará fomentando el síndrome del error de Descartes. El
fracaso escolar es un problema público de enseñanza, pero quien piense que es
solo un problema de instrucción o de formación, estará fomentando el síndrome
del error de Descartes. Al Ministerio de Educación le interesa que descienda la
incidencia del sobrepeso y la obesidad en escolares, ya que las investigaciones
más recientes lo determinan como factor de riesgo para el rendimiento
académico, sobre todo en chicas y en escolares de nivel socioeconómico bajo, ya
se ha comprobado que al intervenir sobre ellos preventivamente disminuye su
tendencia a la baja en el rendimiento académico.
Aumentando y garantizando la
práctica diaria de actividad física adecuada se mejora la condición física de
los escolares, que incidirá en su composición corporal y salud, aumentará su
capacidad de trabajo y esfuerzo, mejorará su autoconcepto y estima e influirá
sobre el rendimiento académico. Esta práctica diaria de calidad incidirá en el
desarrollo positivo de todo el sistema psicobiológico de cada niño o joven. La
evidencia científica es contundente: los procesos mentales y físicos son
mutuamente dependientes. Descartes se encontraba en un error justificado en sus
tiempos, pero la Lomce persiste en este error del dualismo, contra las evidencias
científicas, y contra la experiencia de los sistemas de enseñanza más exitosos (Finlandia,
Corea del Sur, o California, por ejemplo), perpetuar el error, en estos
tiempos, no tiene justificación ni científica, ni social, ni económica.
Mejorar, por ejemplo, la fuerza
muscular o el tiro en baloncesto, por sí mismos, no van a mejorar el
rendimiento en Matemáticas o en Lengua, por tanto no se trata de elaborar relaciones
directas de causa-efecto entre tipos de actividades físico deportivas y
rendimiento académico, pero sí hay que reconocer que la formación equilibrada
(¡todos los días!) entre Educación Física y otras actividades cognitivas,
emocionales y sociales, promueve la salud integral y la capacidad intelectual.
Si no se garantiza una hora diaria de Educación Física en el proyecto docente
de cada centro escolar (deporte, ejercicio, actividad en naturaleza, danza, recreos
activos, etc.), dirigida y controlada por los profesores de Educación Física,
se minimiza la estimulación adecuada de todos los escolares, teniendo peores
consecuencias entre quienes más lo precisan. Rafael Martín Acero y Miguel
Fernández del Olmo son doctores en Ciencias de Educación Física y profesores en
la Universidad de La Coruña.
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